Sharpie lanza al mercado el "Liquid Pencil"

En 1564 fue descubierto el primer yacimiento de grafito en Cumberland (Inglaterra) después de una tormenta que derribo un árbol y permitió a los campesinos maravillarse con una sustancia negra que se encontraba adherida a sus raíces. Los primeros lápices consistían en la unión de dos tablas, una de ellas con una canaleta en donde contenía una barra de grafito. Con el rompimiento de las relaciones entre Francia e Inglaterra, la producción de esta material se reglamentó tanto que se llego a castigar con pena de muerte a quienes obtuvieran algo sin permiso de la corona.

Esta situación llevó a que Jacques-Nicolás Conté inventara lo que hoy conocemos como el lápiz moderno, una mezcla de grafito y arcilla que luego de ser cocida se bañaban en cera para que se dejara el rastro en el papel, permitía no solo reducir los costos y aumentar la calidad del producto sino que era posible modificar la dureza y por ende la oscuridad del trazo cambiando las proporciones de la mezcla.

La siguiente revolución fue pantentada en 1887 con el nombre de ‘portaminas’. Este invento se constituía de una mina muy fina que era insertada en un cilindro que permitía su transporte y era empujada de manera gradual por medio de un émbolo. La necesidad de afilar la punta había sido eliminada por completa y daba un mayor confort a la hora de hacer anotaciones en lápiz.

La principal ventaja de los lápices, esencialmente para nosotros que estamos trabajando con números, es la posibilidad de borrar las barbaridades que se nos ocurren. Esta ventaja fue tratada de imitar en 1979 con la invención de un bolígrafo que tenía una tinta que podía ser borrada. La verdad, no llegó a ser un gran éxito porque la tinta que se utilizaba no era lo suficientemente oscura como para considerarse apropiada al compararse con otros bolígrafos, y su borrador era tan duro que se podía dañar fácilmente la hoja. Recuerdo que hace unos 10 años intenté utilizar unos bolígrafos borrable y el resultado fue un fracaso total. La tinta se corría con la mano y manchaba todo, además que era imposible borrarlo por completo.

Las buenas noticias? Sharpie, la empresa conocida por los famosos rotuladores indelebles de todos los colores y formas que tanto nos gustan han, como ellos lo dicen, reinventado lo clásico: el lápiz con un “boli-lápiz”. Este invento se trata de un bolígrafo con tinta de grafito líquido que permite ser borrado igual que un lápiz en un periodo de tres días. Pasado este tiempo la tinta se secará por completo y quedará fijada al papel de la misma manera en que lo hace un bolígrafo normal.

En el blog oficial se informa que esta fabuloso invento-clásico se empezará a vender en los Estados Unidos en el mes de septiembre bajo el nombre de “Liquid Pencil” a un precio de US$5 por dos lápices y seis borradores.

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